La abundancia de recursos estratégicos, sumada a una demografía favorable y  perspectivas de crecimiento atractivas le darán a África y a sus líderes la influencia necesaria para ser considerada como opinión válida en el mundo. Y, a pesar de que la volatilidad política interna y la incertidumbre continúan nublando de alguna manera el panorama, ha habido mejoras en la gobernanza y las reformas democráticas de varios países. El World Economic Forum (WEF) asegura que “en las próximas décadas, África se convertirá en un actor fundamental en los asuntos internacionales. Mientras el organismo dice que la rivalidad entre Estados Unidos y China por el impulso de las emisiones climáticas cero, serán catalizadores clave para transformar el continente en un punto de apoyo geopolítico”.

Panorama macroeconómico y demográfico: la población de África alcanzará los 2.500 millones de personas para 2050, transformándose en la cuarta parte de la población mundial. Según un estudio realizado por Ernst & Young (EY), África subsahariana pronto será el único lugar con tasas de natalidad en el nivel de reemplazo o superior, mientras las principales economías como la China, EE. UU. y Europa experimentan un importante descenso demográfico.

El mismo estudio también arrojó que la edad promedio del continente es 18 años, es decir 14 años más joven que cualquier otra región del mundo. Como resultado de esta demografía favorable, se prevé que la clase media africana alcance los 1.100 millones para 2060, frente a los 355 millones que había en 2010. Por otro lado, una investigación de McKinsey reveló que en 2030, se espera que 250 millones de africanos tengan gastos de consumo por US$3 billones.

Comercio electrónico: el ecommerce está aumentando en todo el continente y los analistas pronostican que los usuarios de Internet crecerán de 520 millones en 2021 a más de 850 millones para 2030. Las políticas para acelerar estas tendencias diferirán según el país. En Etiopía, por ejemplo, se está viendo mucha participación del gobierno en este modelo más que en Ghana y Kenia.

Rica en recursos estratégicos: el continente africano cuenta con el 30% de las reservas minerales del mundo, y se espera que la demanda de metales alcance las 315 mil toneladas para 2030, más del doble del volumen en 2021. La urgencia de aumentar los esfuerzos de exploración de estos recursos estratégicos aumenta a un ritmo proporcional a nivel de las oportunidades comerciales presentadas en su excavación.

El uso diverso de estos metales en productos industriales estratégicos con aplicaciones de defensa militar y orientadas al consumidor está impulsando a las potencias extranjeras a intensificar los esfuerzos para asegurarlos. Sólo el Congo posee más del 70% del cobalto del mundo, un metal muy versátil con numerosas aplicaciones comerciales y un insumo fundamental para la producción de baterías de iones de litio para vehículos eléctricos. Aprovechar esta demanda para generar ingresos que puedan utilizarse para financiar objetivos de desarrollo será crucial si los países africanos quieren lograr la estabilidad socioeconómica.

Obstáculos como guerra, pobreza y corrupción: a pesar de las brillantes perspectivas del continente, los conflictos intrarregionales, la pobreza generalizada y la corrupción que paraliza el crecimiento siguen siendo obstáculos. Según la Academia de Ginebra, África ocupa el segundo lugar en el número de conflictos armados por región, “con más de 35 conflictos armados no internacionales” actualmente en curso.

El 60% de la población vive en la pobreza y, a pesar del cambio estructural hacia los servicios, la productividad real del sector está muy por debajo de sus pares de mercados emergentes. Actualmente, África tiene la mayor proporción de índices de pobreza extrema a escala mundial: alberga a 23 de las 28 naciones más pobres del mundo que experimentan índices de pobreza extrema que superan el 30% . Mientras que África subsahariana, en particular, sufre una corrupción desenfrenada, lo que acentúa los desafíos estructurales existentes de pobreza y productividad subóptima. Además, el desvío de recursos estatales para beneficio personal bajo regímenes autoritarios no sólo socava la democracia y la seguridad, sino que también frena el crecimiento económico y desalienta la inversión extranjera.