@Actualidad

Tierra de gigantes

Los países pequeños, en su mayoría europeos, dan una lección de innovación y resiliencia a las grandes potencias mundiales. Así lo demuestra un informe del Credit Suisse, los indicadores de desarrollo humano de las Naciones Unidas, y datos del Banco Mundial, según los cuales un 50% de las naciones de menor tamaño mejoró su nivel de ingresos entre 1987 y 2021, frente a un 38% de los medianos y un 39% de los grandes.

24 agosto 2023

Irlanda, Suiza o Dinamarca, son países que demuestran que el tamaño no es lo único que importa. Entre los tres países no llegan al territorio de Texas -recoge el diario El País- ni a la población de Shanghái, pero se distinguen por figurar en los primeros puestos del índice de desarrollo humano de Naciones Unidas.

La fórmula mágica: de acuerdo al banco Credit Suisse, que recientemente publicó su tercer informe sobre el desempeño de las pequeñas naciones, la poción mágica podría ser una combinación de dos virtudes contrapuestas: osadía y prudencia. “La primera hace falta para abrirse comercialmente al mundo lo máximo posible, con toda la vulnerabilidad que implica una política así de expuesta a los shocks externos. De ahí la necesidad de la segunda virtud: prudencia en todo lo demás para conservar margen de reacción en caso de que efectivamente lleguen esos impactos negativos”. 

Resiliencia económica: el informe de la entidad suiza mide la prudencia con lo que sus expertos llaman el indicador de resiliencia económica (IRE), que entrega puntaje a los países innovadores de alta productividad y baja desigualdad, a los que tienen instituciones independientes, balanzas comerciales equilibradas y precios bajo control; y a los que muestran mínimo desempleo y hay buen nivel de infraestructura, prestaciones sociales y espacio para endeudarse en caso de necesidad. Es decir, todas las variables clásicas de la buena política económica.

Según indicadores de la ONU, la mayoría de los países bien evaluados en estas variables están en Europa, suelen ser naciones con ingresos altos, a menudo sus economías son fuertes, están menos endeudados, su tasa de desempleo y su nivel de desigualdad es más bajo.

Análisis in situ: según la economista del Credit Suisse responsable del informe, Sara Carnazzi, esta tercera edición se abrió a los 193 miembros de las Naciones Unidas, precisamente para descartar que ése fuera el motivo. “En los últimos 20 o 30 años hemos comprobado que más países pequeños han logrado dar un paso adelante en su desarrollo, en comparación con los países más grandes; lo que creemos es que, debido a su mayor vulnerabilidad, los países pequeños se ven forzados a desarrollar mejores estructuras económicas y de gobierno”, dice en el informe.

Además, los datos del Banco Mundial recogidos en el reporte refrendan esta hipótesis: un 50% de los países pequeños mejoró su nivel de ingresos entre 1987 y 2021, frente a un 38% de los medianos y un 39% de los grandes.

Según James Breiding, autor del libro Too Small to Fail (demasiado pequeño para fallar), “aunque las diferencias han crecido en todos lados, los países pequeños exitosos se caracterizan por tener menos desigualdad y más cohesión social”. En opinión de Breiding, se debe en parte a “la importancia que se da en esos países a la educación de los ciudadanos para que estén mejor informados sobre las cosas públicas, con más compromiso en las elecciones y mayor confianza en sus cargos electos”.

Según el autor, el viejo orden mundial está cambiando rápidamente, y buen desempeño y progreso ya no solo son logros exclusivos de las grandes potencias. En su lugar, una serie de pequeños países inteligentemente dirigidos han surgido encabezando sistemáticamente una serie de clasificaciones mundiales que van desde la competitividad nacional hasta la felicidad de sus ciudadanos.

Según Breiding, en todo el mundo, están impulsando una revolución silenciosa y redefiniendo lo que significa ser una gran nación. ¿Cómo consiguen sociedades mejor educadas, más felices y más ricas? ¿Cuáles son sus recetas para el éxito? son algunas de las interrogantes que se plantea para entender cómo ocho países pequeños han abordado los problemas mundiales con políticas, personas e instituciones brillantes.

Por ejemplo, cómo Singapur consigue resultados sanitarios superiores a una cuarta parte del costo de EE.UU., y cómo Israel ha creado un ecosistema de startups equivalente al de Silicon Valley. En los países nórdicos, Copenhague va camino de convertirse en la primera capital del mundo neutra en emisiones de carbono (en 2025), mientras que Finlandia ha creado un sistema de enseñanza primaria de fama mundial. De acuerdo al autor del libro, las naciones pequeñas predican con el ejemplo y, en muchos sentidos, son las primeras en llegar al futuro.