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Identidades a la deriva

Gestionar la “huella digital”, es decir los rastros que vamos dejando en el ciberespacio, es un asunto que cada día cobra más relevancia. Hoy existe una enorme cantidad de datos personales esparcidos por la red y ni siquiera hay mucha consciencia de aquello. Ya hay compañías en el mundo que están trabajando para dar con las herramientas para borrar esa trayectoria y poder hacer realidad el llamado “derecho al olvido”.

19 mayo 2022

La internet es la columna vertebral de la sociedad del conocimiento en la que estamos viviendo. De eso no cabe ninguna duda. Y es que con un par de clics podemos comunicarnos, entretenernos, hacer negocios, investigación y aprender sin límites en un espacio virtual infinito sobre absolutamente todo. El punto es que, como nada es gratis en la vida, para acceder a sus múltiples beneficios es necesario pagar un alto precio. Porque lo cierto es que tenemos una bitácora personal y otra virtual, que nosotros mismos vamos construyendo a lo largo de nuestra trayectoria en la red, desde el primer hasta el último clic que hemos hecho.

Todo nuestro comportamiento en internet deja un rastro que es imposible borrar y tiene nombre y apellido: la famosa ‘huella digital’. Una ruta virtual que va configurando nuestro perfil, sin que nos percatemos muchas veces de lo que estamos develando de nosotros mismos, respecto a gustos, intereses y necesidades, lo que nos puede convertir en blanco fácil para diversos propósitos.

De ahí, que muchos llaman a los datos el ‘petróleo del siglo XXI’. “Es importante estar conscientes de la información que dejamos en internet, porque a partir de ella los sistemas computacionales establecen patrones que permiten crear algoritmos con una asombrosa capacidad predictiva”, explica Rosa Damiani, subgerente de Fundación VTR, institución que lleva años generando consciencia respecto de la importancia de la huella digital.

¿Qué compone nuestra huella digital?: “La huella digital está compuesta por absolutamente todos los datos que provienen de nuestras interacciones individuales en internet. Por ejemplo, cuando bajamos una app, ponemos un like a una foto en redes sociales, mandamos un mail, escuchamos música en Youtube o Spotify o hacemos una transacción bancaria, dejamos un registro permanente en nuestra hoja de vida digital”, explica Damiani.