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Un chileno contra el dolor

Las personas que padecen dolor crónico suman cerca de 1.200 millones en el mundo. Un emprendedor chileno, estafado en plena pandemia por unos brasileños que lo dejaron en la ruina, está a punto de perfeccionar la fórmula para terminar con el dolor crónico. Esta es la historia de David Bravo y cómo está triunfando en Estados Unidos con una idea que puede cambiar la calidad de vida de tantos.

4 abril 2022

En julio de 2020, en plena crisis sanitaria, el emprendedor chileno David Bravo se quedó, literalmente, con lo puesto. De un momento a otro se vio obligado a regresar desde Florianópolis (Brasil), donde residía junto a su mujer y sus cuatro hijas, para instalarse en la casa de sus padres en Santiago. El hombre, quien por años había investigado la cura al dolor crónico, se había asociado con dos compañías brasileñas, cuyos dueños de un día para otro lo despidieron vía mail. En un par de líneas escuetas le dijeron que todo lo avanzado -que era bastante- pasaba a ser propiedad ellos y si él no estaba de acuerdo que, simplemente, los demandara. Bravo se quedó de una pieza. Primero, porque no estaba lo suficientemente cubierto por los contratos y segundo, porque vivía en un país ajeno. No tuvo más remedio que marcharse y tratar de volver a empezar.

Una mano por delante y otra por atrás: cuando aterrizó en la casa de sus padres se unió su quinta hija, la mayor, que se había quedado a estudiar en Chile. Este kinesiólogo de profesión y Ph.D en Neurociencias de la USACH no podía deprimirse. Tenía una familia bastante numerosa que mantener. Entonces, con la ayuda de su profesor guía de tesis, Luis Constandil, logró un cargo como Lab Manager en la Facultad de Química y Biología de la USACH. “Con ese trabajo, más los retiros de la AFP de mi señora y los míos logramos sobrevivir un tiempo”, cuenta Bravo. Sin embargo, pese a que la academia lo había acogido, él sentía que debía seguir con su investigación y que necesitaba volver rápidamente al ecosistema empresarial.

Resiliencia a toda prueba: mientras buscaba trabajo, lo primero que hizo fue contactar a la aceleradora de proyectos de biotecnología The Ganesha Lab, por segunda vez en su vida. “Regresé de Brasil y me volví a reunir con ellos, les conté que me habían estafado, que no tenía otro proyecto y que ‘necesitaba apoyo y plata’. Me propusieron entrar al concurso de Johnson & Johnson con su respaldo. Van a haber farmacéuticas, biotech, gente importante mirando; hagamos que ellos te elijan. Si eres capaz de convencerlos, te apañamos’. Y lo hice. Éramos 80 empresas, pasé por cuatro rondas de conversaciones y de selección. Me acuerdo del pitch: recién me había bajado del avión, con mucha pena, cuarentena, muy asustado, sin pega, sin nada, y lo hice en las escaleras de la casa de mi papá, con el computador en las piernas, muerto de frío. Me seleccionaron entre los cinco para participar del programa”, contó a revista Tekios. Al ser elegido, decidió fundar la empresa Pannex Therapeutics y convertirse en su CEO.

El gran descubrimiento: la gran fórmula de Pannex Therapeutics es que utiliza estrategias computacionales para diseñar y crear nuevas moléculas para bloquear a la proteína pannexin 1. “Se trata de una proteína presente en el cerebro y que se activa cuando hay un dolor muy intenso y que es responsable de la transmisión del dolor crónico desde el cuerpo al cerebro”, explicó Bravo a Diario Sustentable. Esa manera de bloquear el dolor, que es el gran hallazgo científico de este emprendedor chileno, es lo que lo ha llevado a estar bajo la lupa de inversionistas mundiales.

En la mira de IndieBio: tras ser escogido como ganador en el evento de The Ganesha Lab, Bravo accedió a programas de mentorías y ganó un viaje a Estados Unidos a conocer el ecosistema de emprendimiento en Boston. Pero no sólo eso: IndieBio, la principal aceleradora biotech del mundo, conocida por llevar al siguiente nivel a empresas chilenas como NotCo y Protera, tomó nota del pitch del chileno y sumó su empresa a su programa de cuatro meses de escalamiento en la Universidad de Rockefeller, en Nueva York. “Lo que les gustó fue mi historia de fracaso y que fuera capaz de estar emprendiendo nuevamente. De sacarme la bata de investigador y volver a pararme para llevar adelante mi sueño”, cuenta Bravo, quien en pocos meses más hará maletas para instalarse junto con su familia en Nueva York. Además, gracias al apoyo de IndieBio también abrió una sucursal de su empresa en Estados Unidos. “Otra de las cosas que más les gustó fue que entre mi pitch de 2020 hasta que me contactaron en 2021, partí de cero y logré levantar US$ 300 mil”, asegura. Lo que busca la aceleradora es escalar su emprendimiento y seguir consiguiendo más capital, lo que en Chile es muy difícil de obtener por el tamaño del mercado.

Los pasos a seguir: en Estados Unidos muere una persona cada 15 minutos por sobredosis de opioides, que son los analgésicos que se prescriben para calmar el dolor. Y en el mundo las estadísticas dicen que hay 1.200 millones de personas que sufren de dolor crónico. Por eso, la idea de Bravo, es elaborar un fármaco capaz de bloquear el dolor, pero sin los efectos secundarios que tienen los remedios prescritos con ese fin y que sea capaz de prevenir la adicción a los opioides, el primer tratamiento de este tipo en el mundo. Una vez que este medicamento esté aprobado por la FDA para realizar estudios en humanos -que debería ser en 2023- el paso siguiente será vender la licencia a una farmacéutica para que lo comercialice, y le cambie la vida a enfermos crónicos y a los adictos a los opioides.