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Símbolos de una partida

La monarca británica fallece sólo 48 horas después de recibir en Balmoral a la nueva Primer Ministra Liz Truss, heredera política de Margaret Thatcher, la tercera mujer en el cargo en sus 70 años de reinado. El fin de una era y el comienzo de otra, con una indudable impronta de liderazgo femenino.

9 septiembre 2022

«Lilibet es mi orgullo. Margaret es mi alegría», dijo el rey Jorge VI sobre sus dos hijas, la reina Isabel II y la princesa Margarita, escribió la revista Vogue a pocas horas del fallecimiento de la reina. La confianza que depositó el rey de Inglaterra sobre su primogénita jamás fue traicionada. Durante 70 años de reinado -cuyo Jubileo de Platino se celebró en julio pasado -Isabel Alejandra María Windsor no dio un sólo paso en falso. Durante su larga trayectoria nunca concedió una entrevista ni menos esbozó opiniones públicas sobre los grandes asuntos que agitaban a diario el debate en el Reino Unido. Más bien, bajo su alero la monarquía se posicionó, no sólo como una de las más queridas del mundo sino como un ícono político capaz de mostrar que una mujer sí podría hacerse un espacio en un mundo tradicionalmente dominado por los hombres. Estoica y hermética logró granjearse el respeto de egos descomunales como el de Winston Churchill, Tony Blair y Boris Johnson.

Finalmente, a sólo dos días de su inminente muerte, demostró que el deber estaba por sobre su propia agonía. Entonces tuvo la fortaleza de recibir e investir a la Primer Ministra, Liz Truss, en su residencia veraniega de Balmoral, la número 15 de su reinado y tercera de las filas del Partido Conservador. La reina apareció vestida de falda escocesa y chaleco gris, con sonrisa apacible y un bastón que la ayudaba a su movilidad. Amablemente estrechó la mano de la nueva mujer que conducirá los destinos políticos de Gran Bretaña. Fue con ese gesto sutil como el mundo entero pudo notar a un enorme moretón en su mano derecha.

Ese simbólico momento recorrió la vuelta al mundo mostrando que Isabel II estaba, literalmente, en las últimas. Por cierto, 48 horas más tarde la reina ‘moría en paz’ rodeada de su más íntima familia como lo consignó en vivo la cadena británica BBC.

De la higuera a un roble: la noche del 5 de febrero de 1952, la joven Isabel, quien estaba en su primera visita oficial en Kenia, subió junto a su marido, el príncipe Felipe de Edimburgo, a una centenaria higuera siendo princesa, y, tras pasar la noche en la casa en el árbol -corazón del rústico hotel- bajó convertida en la nueva reina de un poderoso imperio. El libro de visitas del hotel inmortalizó este episodio histórico.

Pero antes de convertirse en reina, Isabel II tuvo muchas experiencias formadoras, tal vez las más marcadoras fueron las guerras mundiales. De hecho se enlistó en el servicio militar femenino como mecánica de autos del Servicio Territorial Auxiliar (ATS, por sus siglas en inglés). Gracias a esta decisión en años posteriores pudo afirmar legítimamente que había participado en lo que se llamó ‘la guerra del pueblo’.

También tuvo el olfato político de acercar la monarquía a la gente. Que su ceremonia de coronación en 1953 fuera televisada fue una decisión estratégica de la cual ella participó activamente. El hecho significó que la Reina entrara a las salas de estar de la gente común y corriente. Otro soporte que utilizó para humanizar el rol de la monarquía un documental sobre la cotidianeidad de la familia real en el Palacio de Buckingham. Ella fue quien autorizó su emisión en 1969 a través de la BBC. “El propósito del documental era mostrar que la reina y el príncipe Felipe eran padres con hijos, adolescentes y jóvenes», explica la historiadora experta en realeza Marlene Koenig en la web Royal Central.El documental atrajo a más de 30 millones de espectadores en el Reino Unido, quienes solían escuchar a la reina solamente para los discursos de Navidad. 

Un ícono pop para las feministas: es un hecho que la reina se transformó en un ícono pop. “Isabel II traspasó todos los estratos, de la alta cultura a lo kitsch”, escribió el diario El País. La experta en marketing y profesora de la Royal Holloway Pauline Maclaran asegura que ‘como la monarca más longeva de la historia, ha representado la estabilidad en un mundo cambiante y su aspecto afianzaba esa imagen. Ella nunca fue una fashion victim como su hermana Margarita o Lady Di, sus sobrios conjuntos en acogedores colores pastel representaban sus valores más que su personalidad’. Grandes diseñadores, historiadores y biógrafos aseguran que ella supo a lo largo de las décadas mantener la mística, por lo que fue admirada por los más diversos personajes del mundo. Sin ir más lejos, Vivianne Westwood, la diseñadora británica asociada a la era punk y new wave declaró ser fan de la reina. Además, Isabel II siempre se fue adaptando a los tiempos y también posó para Annie Leibovitz en la intimidad de Windsor.

Claramente en una época en la que se esperaba que las mujeres cumplieran un papel de esposas y madres, esa joven, quien accedió al trono con 25 años rompiendo muchos estereotipos. Incluso hasta su muerte, el príncipe Felipe, Duque de Edimburgo tuvo que mantenerse en un segundo plano público y caminar siempre detrás de su esposa, como obliga el estricto protocolo real. ‘Para miles de personas, ver a un hombre asumir ese rol de manera tan visible, provocó una conversación sobre los roles de género’, han dicho diversos analistas. Una de las anécdotas más representativas del carácter feminista Isabel II es la que cuentan sobre la visita del Rey Abdullah de Arabia Saudita a la residencia de Balmoral en 1998. El monarca habría quedado perplejo cuando la Reina subió al asiento del conductor y manejó como bólido a través de los terrenos del palacio. En su país las mujeres no podían conducir.

La relación con Thatcher: fue la primera mujer en llegar a Downing Street en 1979. En los libros y en los medios, Thatcher describió sus encuentros semanales con la reina en el palacio de Buckingham como ‘muy profesionales’, una ‘relación de trabajo’. “Allí llegaba cada semana la primera ministra con 15 minutos de adelanto, y allí la dejaba la reina, también cada semana, 15 minutos esperando para marcar la distancia que separaba a un político, que van y vienen, de la soberana más longeva del planeta”, explican los analistas. Se habla de que entre ellas hubo momentos tensos y que el peor habría ocurrido en 1985, cuando la reina temió que la oposición de Thatcher de imponer sanciones al régimen racista de Sudáfrica fracturara la Commonwealth. “Dicen que Thatcher era más del gusto de la reina madre, Isabel Bowes-Lyon, más cercana a su política de derechas que su hija Isabel II”, aseguran los historiadores. Otros en cambio afirman que realmente prevalecía la admiración, al menos por parte de la Primera Ministra. Así lo explica la dramaturga británica Moira Buffini, autora de la obra Handbaged, que afirmó sobre Thatcher, “sus sombreros, sus guantes y sus abrigos eran ella buscando parecerse a la mujer que admiraba”.

Sea como sea, la reina se molestó mucho con la forma en la que Margaret Thatcher fue retirada de su cargo, después de que Michael Heseltine, miembro de su propio partido, desafiara su tipo de liderazgo. Así que a sólo dos semanas de aquel suceso, Isabel II concedió a la ex primera ministra la Orden del Mérito, y cuando murió acudió a su funeral. “Era la primera vez que asistía al funeral de un primer ministro desde que lo hizo para mostrar sus respetos a Winston Churchill”, según la revista Vanity Fair.

La era de Lizz Truss : Fue Shakespeare quien escribió que “hay personas que nacen con grandeza, otras adquieren la grandeza, y a algunas la grandeza se les viene encima”, recoge el diario El País. A Truss, que con el apoyo de 81 mil afiliados del Partido Conservador, logró hacerse esta semana con el destino de 67 millones de británicos, le ha tocado la grandeza de ser la primera ministra que pone fin a la “segunda era isabelina” y da comienzo a una nueva “era carolina”, afirma el medio español.

Truss, que entre sus pecados de juventud fue una abolicionista de la monarquía, hoy dice que la reina Isabel II y que Margaret Thatcher son sus referentes para gobernar. Resulta curioso que sea una mujer la que encabece la transición y coronación de Carlos III, como nuevo rey de Inglaterra. Pero ojo, no cualquier mujer, sino la tercera Primer Ministra conservadora en la historia inglesa, con Thatcher y Theresa May como antecesoras.

“Liz Truss demostró ser una artista de la supervivencia durante los Gobiernos conservadores de los últimos años. Siempre fue considerada leal y trabajadora”, aseguró el Daily Mail. También ha trabajado sin descanso en su imagen pública. Liz Truss se ve a sí misma como la sucesora de Margaret Thatcher, quien en los años ‘80, impulsó la economía del país a partir de privatizaciones y desregulaciones. Muchos son los que comparan a Liz Truss con la ‘dama de hierro’: “a pesar de que no se peina de manera similar, a veces elige atuendos parecidos que no pasan desapercibidos”, dice la politóloga Cecilia Degl’Innocenti en la cadena de noticias AFP.

El académico en la Queen Mary University of London y asesor externo de Azerta, Javier Sajuria, Javier Sajuria, explica que hay una noción de que Liz Truss se parece a Thatcher y varias veces ha dicho que la admira mucho, pero “en términos ideológicos, es difícil decir que es como Thatcher, porque viene más del centro, del mundo de los liberales demócratas, que de a poco se fue moviendo hacia la derecha”.